14/06/2012

450 años y hacia el Siglo XXI


Fuente: “Santiago Plaza Capital”
Autor: Gonzalo Cáceres Quiero

Desde que el 12 de febrero de 1541 el extremeño Pedro de Valdivia resolviera fundar esta población en un estratégico punto del valle del Mapocho, Santiago ha ejercido un liderazgo nacional prominente. Su importancia estratégica, al decir del historiador urbano Armando de Ramón, no fue puesta en duda por los conquistadores ni por los indígenas. Por ejemplo, cuando a principios de 1554 se conoció el alzamiento de los naturales y la muerte de Valdivia, los regidores santiaguinos pidieron al capitán Rodrigo de Quiroga, a la sazón teniente gobernador de la ciudad, que no sacara las tropas de Santiago, porque desde dicha ciudad “… se podía volver a restaurar todo… por ser (ella) como es, de adonde se ha conquistado, (…) poblado y sustentado hasta ahora todo este Reino”.

Por su parte, los indígenas rebelados también percibieron la misma situación. En 1556, mientras avanzaba con sus hombres hacia Santiago, el caudillo Lautaro habría expresado a sus guerreros lo siguiente: “Hermanos, sabed que a lo que vamos es a cortar de raíz donde nacen estos cristianos para que no nazcan más…”.

Dos siglos más tarde, nuevas circunstancias consolidaron esta tendencia, siendo una de ellas el itinerario bélico que condujo a la independencia política de Chile. En la zona que se extiende desde la ciudad de Talca hacia el sur, especialmente en Concepción y en la frontera del río Bío-Bío, la guerra asumió la forma de una larga y demoledora campaña de guerrillas. Este conflicto ocasionó una destrucción masiva que se hizo sentir hasta fines del año 1824 en un proceso que fue llamado, por su extrema virulencia, la “Guerra a Muerte”. Inversamente, Santiago y las provincias centrales permanecieron ajenas a esa desgastadora conflagración.

Cuando todavía no había terminado de repararse este daño, sobrevino en el verano de 1835 un violento terremoto y maremoto, bautizado con el expresivo nombre de “La Ruina”, que destruyó completamente las ciudades de Los Ángeles, Concepción, Chillán, Talca y otras menores. Considerando esto y recordando que ni hacia el norte ni el sur del país había otros asentamientos en condiciones de competir con Santiago, debe concluirse que hacia 1840 sólo quedaban la capital y el puerto de Valparaíso como centros urbanos capaces de tomar el liderazgo del país.

Con todo, el predominio capitalino no fue homogéneo. Hacia mediados del siglo XIX, y desde antes, Concepción venía amagando ese monopolio, provocando conflictos de no poca magnitud. Pese a la existencia de tales turbulencias, resueltas por intermedio de las armas y finalmente adversas a los intereses de la ciudad sureña, la segunda mitad del siglo fue el marco adecuado para el desarrollo de una creciente primacía santiaguina en abierta complementariedad con Valparaíso.


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